En ocasiones leemos, en folletos y carteles de centros médicos y estéticos, que se desarrollan tratamientos con ácido hialurónico, pero… ¿qué es este ácido y para qué se emplea?
El ácido hialurónico es una sustancia de textura viscosa que suele estar presente en las articulaciones, los cartílagos y la piel de los seres humanos. Se descubrió en la primera mitad del siglo XX aunque no comenzó a aplicarse de manera masiva en tratamientos médicos hasta mediados del mismo siglo.
Este ácido se obtiene de las crestas de los gallos (en la mayor parte de los casos), las aletas de los tiburones, las articulaciones de las vacas, el cordón umbilical y los residuos del procesado del pescado (sus entrañas, ojos, etc.) No se puede obtener por síntesis en los laboratorios.
Aplicaciones médicas del ácido hialurónico
En medicina se emplea como material de relleno en cirugía y odontología. Es de la sustancia de la que se hacen muchos de los implantes que hay en el mercado.
El ácido hialurónico también es eficiente para provocar el aumento de volumen de los tejidos relacionados con el sistema reproductivo.
En el ámbito de la fisioterapia y del aparato locomotor se emplea como suplemento nutricional para las articulaciones en tratamientos con los que se quiere paliar los dolores que hay en estas zonas.
Esta faceta es especialmente relevante en el ámbito de la medicina deportiva, pues acelera la recuperación de los atletas cuando sufren una dolencia relacionada con las articulaciones. Especialmente exitosos son sus usos en el tratamiento de esguinces de tobillo.
El ácido hialurónico también se emplea en aquellas dolencias relacionadas con la osteoartritis y para mejorar el funcionamiento del tejido conjuntivo o conectivo. Así, se han logrado importantes resultados en el tratamiento de la artrosis de la rodilla, tanto de las personas como de animales. De hecho, es uno de los recursos más empleado para la recuperación de las rodillas de los caballos de carreras, a los que con el uso de este ácido se consigue reducir la inflamación.
Esta sustancia también es efectiva en la eliminación de los radicales libres del cuerpo, lo que le convierte en un importante aliado en los tratamientos que tratan células cancerígenas.
En el ámbito de la farmacia, el ácido hialurónico se utiliza para facilitar la cicatrización de las heridas y de las úlceras de decúbito.
También se ha utilizado en tratamientos veterinarios, donde se ha utilizado en cirugía ocular con excelentes resultados en el animal intervenido.
Aplicaciones del ácido hialurónico en cosmética
En el ámbito de la cosmética, este ácido se emplea para hidratar la piel. Y es que una de las cualidades de esta sustancia es su capacidad para retener agua en un alto porcentaje (puede llegar a superar mil veces su peso) lo que provoca que la piel sea más tersa y radiante.
Así pues, se trata de uno de los ingredientes que se emplea para el relleno de las arrugas de la piel, sobre todo las localizadas en la cara. Y es que, además de alisar la piel, el hialurónico es un ácido que tiene la capacidad de estimular la producción de colágeno, un hecho que multiplica y prolonga el resultado rejuvenecedor de las personas.
Para su empleo, el ácido hialurónico se inyecta bajo la piel de los pacientes, en una zona en la que no hay músculo pero donde se encuentra la arruga que se quiere eliminar.
Las zonas en las que suele aplicarse el ácido hialurónico son:
- El contorno y la comisura de los labios.
- Corregir y definir el volumen labial y facial (es decir, se aplica en los pómulos).
- Para borrar las arrugas labiales o peribucales (es decir, aquellas que se encuentran alrededor de la boca).
- Surcos nasogenianos (es el nombre que reciben las líneas de expresión; es decir, aquellas que se encuentran desde los lados de la nariz hacia la boca).
- Para borrar las patas de gallo.
El ácido hialurónico también se emplea para reducir las cicatrices provocadas por el acné severo y otros problemas cutáneos que pueden ocasionar pérdidas de piel.
Por lo general, el ácido hialurónico es una sustancia que no tiene efectos secundarios para la persona que lo recibe. Y es que solo un pequeño porcentaje sufre una reacción alérgica o rechaza esta sustancia.